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Los ojos verdes del destino

El prado de Proserpina





¿Y qué si hoy hablasen 
las legiones de enmudecidos?
 ¿Si sus voces atronasen ahora
 de los santos hipócritas los oídos?
 ¿Si sus lágrimas inundasen
 nuestros campos de verde trigo,
 y nuestras copas se colmasen
 de dolor cautivo...?

Stefan Gesell

¿Si de repente y sin saber cómo,
 fuesen sus manos hoy
las que condujesen el sino, 
y ahora fuesen sus selladas voluntades
 las que adorase el destino?

¿Qué sucedería si sus igualdades trabadas
 por la soga ciega de la justicia 
se irguiesen sobre reyes, y poderosos, 
y sobre cada piedra del camino...?

¿Sería el mundo por fin un lugar justo?
¿Quizá ya al fin, por hacer justicia
 la injusticia de disolviera...?
 ¿O acaso la ira de la venganza 
viniera airada a ocupar su sitio?

¿Y es que no habrá en el mundo
 una generosa gota de conciencia 
que endulce el recorrido,
  capaz de enjugar los ojos ciegos
 de este errante destino?

Árboles verdes, 
verdes trinos,
esperanza endeble
y camino...


El nido

El prado de Proserpina



Un corazón dividido 
impulsa hoy mi sangre,
ora torrente circundante,
o negra laguna de olvido.

Stefan Guesell


Sobre la lontananza va
mi dulce fruto ya huido,
mas ni nos separa el vil ruido
ni su recuerdo partirá.

Ciudades ni mares borrar podrán
de esta gema su talla de amor,
recuerdo, sombra, aroma ni rumor
pirograbados en fragua impar

Partieron lejos los hijos
mas se fundió su eco al hablar
sobre mis sienes que volar 
supieron sobre acertijos. 

Adiós a la marcha y su a mito.
Adiós, al adiós sin más,
que los amores viajar no pueden
lejos del cálido nido,
y que si ciertos fueren
 a alejarse no alcanzan
 jamás.

Sospechas

Esse Imaginaria



Dejaría de elucubrar si el mundo se parase, acaso mi mente se quedase en blanco, acaso se nublase, pero el mundo gira y la mente vuela, y los problemas pululan y las sospechas, brujas ellas siempre, siempre sospechan.

Stefan Gesel

Tristeza, aburrimiento, apatía.. ¿acaso existe eso si no es en un cuadro pintado con desgana o en un mal verso? ¿acaso es posible no hacer nada cuando la nada misma ya es cóncavo y oscuro suceso?

Cada día la gravedad precipita una vencida legión de lágrimas sobre el suelo, cada vez que alguien calla, cada vez que se levanta en armas el estrepitoso silencio...

Cada día, entre el fango y el frío se debaten aquellos refugiados, porque no terminan de tener el refugio que les nombra, callados, hundidos, escondidos de la vista para que sus estampas no estorben la conciencia de hielo del iceberg maldito de la raza hombre...

¿Dónde están escondidos, dónde los ancianos enfermos y cansados, dónde los niños que no encuentran  techo, dónde que ni tan siquiera se oyen sus lágrimas caer cada mañana en escandaloso silencio??

Lloran callados, mueren con miedo, aplastados por el olvido y la incongruencia de llamarse refugiados sin haber hallado suelo.

¿Dónde están las almas, dónde están los cuerpos? sé que un día su polvo postrero encontrarse podrá con el mío, en el caprichoso remolino del viento...

Dejaría de elucubrar si el mundo se parase, acaso mi mente se quedase en blanco, acaso se nublase, pero el mundo gira y la mente vuela, y los problemas pululan y las sospechas, brujas ellas siempre, siempre sospechan.





El libro

Esse Imaginaria



Sobre la mesa, un libro negro y grueso,
en el pensamiento, el recuerdo aquel,
impenitente martillo sin cincel
que a descifrar invita tal que un beso.

Stefan Gesell

Aquel suceso se diluyó al aire
se le clavó en el alma, se le tatuó,
en las manos y en la piel, en la expresión,
dejando sólo aquel libro de nadie...

Si me amas, vida mía, yo volveré.
Si no me amas, no lo dudes, mi vida,
nunca se cruzarán tu alma y la mía
ni leeremos los versos que te entregué.